¿Cómo jugar sin presión en los partidos?
Seré claro.
No puedes (ni debes) jugar sin presión en los partidos.
Los partidos se tienen que jugar con algo presión.
Si no juegas con ese puntito de presión quiere decir que no tienes ambición o que juegas en una liga menor.
Si tu hijo no tiene ambición no te puedo ayudar.
Si tu hijo juega en una liga menor tampoco.
Siento ser cortante pero te digo esto porque me gusta hablar de lo que conozco y en mi caso, siempre he tenido ambición y he jugado en grandes ligas desde que tengo uso de razón.
A lo que iba, la presión es buena.
La presión te hace mejor. Te hace estar vivo, te hace disfrutar del fútbol.
El problema es que muchos futbolistas no saben canalizar la presión.
Esa presión se termina convirtiendo en nervios y falta de confianza.
Te cuento dos situaciones diferentes en dos momentos diferentes de mi carrera deportiva para que entiendas la diferencia.
Año 2016 (antes de analizar y estudiar cómo ser un mejor delantero).
Partido fuera de casa fundamental para conseguir el ascenso a tercera división en Madrid.
Penalti a favor.
Agarro el balón, lo planto en el césped, cojo e carrerilla…y la presión empieza a ser insostenible.
Se me acelera el ritmo cardiaco y empiezo a pensar:
¿Por dónde lo tiro? ¿Y si lo fallo? ¿Y si no ascendemos?
En ese momento, ya sabía lo que iba a pasar…y efectivamente…
Golpeo el balón sin fuerza y sin dirección…el portero lo paró…
Y finalmente no ascendimos.
Acabe destrozado pero sobre todo, acabé frustrado porque no supe gestionar la presión.
Porque una cosa es fallar cuando lo has dado e intentado todo y otra cosa bien distinta es sentirte impotente. Te sientes un inútil. Suena duro pero es así.
Ahora vamos con la otra situación con presión máxima.
Año 2019.
Islandia.
Mi equipo se clasifica para los play-offs de segunda división.
Llevo 20 goles en la temporada.
Eso hace que la presión aumente en partidos complicados porque todo el mundo confía en ti para que los soluciones.
Y así pasó.
Eran eliminatorias a doble partido.
Ganamos 1-0 en casa.
En el partido de vuelta, nos fuimos 3-0 perdiendo al descanso.
Te puedes imaginar lo que era ese vestuario durante esos 15 minutos antes de salir de nuevo al terreno de juego.
Todo eran caras largas, tristeza, silencio…
Menos mi cara, no me miré al espejo pero puedo recordar que tenía una sonrisa de confianza en mi rostro.
Me había preparado para ese momento durante años después de lo que pasó en 2016.
Era el momento de demostrar todo lo que había aprendido.
Antes de salir, el entrenador me cogió por separado y me dijo:
“G” (así me llamaban), para esto te fichamos, tienes que arreglar esto.
Y yo le dije:
No te preocupes, todo va a ir bien
Y hay veces que por mucha confianza que tengas en ti mismo, las cosas siguen sin salir porque el fútbol es un juego de equipo.
Pero ese día, esos 45 minutos, fueron los mejores 45 minutos de mi carrera deportiva.
Metí hat trick en 25 minutos (uno de penalti por cierto) y pasamos a semis.
Finalmente, ascendimos en el último partido (con otro gol mío importante en la prorroga).
Como ves, dos situaciones similares con dos desenlaces distintos.
La pregunta es:
¿Qué fue lo que cambió?
La respuesta es sencilla:
Mi forma de ver las cosas.
Antes veía dificultad y posible fracaso, después oportunidad y éxito inevitable.
Todo empieza y acaba en la mente del futbolista.
Entrena de manera específica todo lo que tenga que ver con tu posición en el terreno de juego.
Entrena tu mente para estar preparado en momentos de alta presión.
Es todo lo que necesitas para ser un jugador importante.
Si tu hijo necesita ayuda para manejar la presión y convertirse en un delantero goleador, apúntale al Máster de Solodelanteros.
Hazme caso, pide información aquí.
Un abrazo de gol,
Guillermo Lamarca